martes, 20 de octubre de 2015

PERSPECTIVA DE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA EN EL SALVADOR





El país demanda, para su realidad actual y futura, una educación acorde a los grandes cambios sociales, culturales, científico-tecnológicos y políticos de la época. Requiere poner en práctica el nuevo modelo educativo nacional planteado en el PSE, de tal manera que contribuya a la conformación de un sistema de vida justo y equitativo, que corresponda a la realidad y necesidades de cada una de las personas.


La educación no es un privilegio, sino un derecho, no es una contribución o un acto asistencial, sino un acto de justicia. La educación permite y estimula el desarrollo de las personas, las familias y las comunidades. La educación es una realización de la persona humana. En ese sentido, el Mined orienta sus esfuerzos en la búsqueda de la calidad, la universalización y la pertinencia, que forman parte de las líneas estratégicas del PSE. Para lograrlo, ha definido el modelo pedagógico a seguir, el que a su vez se instrumenta en los Sistemas Integrados de Escuelas Inclusivas de Tiempo Pleno. Este último se fundamenta en el componente pedagógico; e incluye, con flexibilidad, la instrumentación del componente Territorial, y del componente de organización escolar. 


El Tiempo Pleno en la escuela inclusiva implica la ampliación y profundización de las oportunidades formativas, de participación y socialización, según sus posibilidades y las del territorio. 



 Este nuevo paradigma pedagógico implica metodologías activas de aprendizaje y enseñanza, que tengan al estudiante como centro del proceso, y superen el lugar de depositarios de saberes que otros les transmiten. Ello supone replantear la práctica pedagógica, en tanto lo dicho no debe ser confundido con relegar al docente a un plano de mero acompañante de los estudiantes. Debe superarse la visión extrema de opuestos: docente “transmisor unidireccional” -el modelo bancario según Paulo Freire- o el docente “facilitador”. La propuesta pedagógica debe ubicar al docente en un protagonismo que no anule al del estudiante ya que se requiere de intervenciones muy intensas y programadas, que van más allá de la reproducción de contenidos; requieren intervenciones del docente que expone al estudiante ante desafíos y los guía en la resolución de estos, brindando la información y las orientaciones necesarias para cada caso. Lejos de relegarlo, se fortalece así su papel en el proceso.


La participación de la familia y otros actores en los procesos de aprendizaje es fundamental para el desarrollo integral, dado que los saberes y relaciones con las personas adultas que son significativas para la niñez y la juventud contribuyen de gran manera a la socialización, la formación democrática y la convivencia. De igual manera cumplen un rol protagónico colaborando activamente en el proceso de aprendizaje de las diferentes áreas curriculares, estas experiencias también les permiten recrear y enriquecer sus saberes.


Resumen elaborado por:

Hetiquez, Josè Reymundo
Monge, Claudia Yamileth
Valencia Uribe, Erika
Valladares, Blanca Alicia


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